Evaluación ambiental expost ¿por qué debería ser obligatoria?

La evaluación ambiental es un ejercicio de adivinación. Los consultores contamos con muchas herramientas que, como bola de cristal, nos facilitan predecir el futuro: ¿qué le ocurrirá a este lago cuando se concluya la presa? ¿O a aquella población de cigüeña negra? ¿Bajará el precio de los bienes inmuebles por los olores de la planta? Nuestros modelos, check-lists, encuestas y otras técnicas nos ayudan a predecirlo. Sin embargo, rara vez se realiza una comprobación del resultado real. ¿Es necesario hacerlo? En España, desde luego, no es práctica habitual (como lo es en Reino Unido, Alemania o Bélgica). ¿Quién y en qué momento debería hacerla?

 

¿Qué es la evaluación ambiental expost?

La evaluación ambiental expost es una disciplina de la consultoría ambiental que consiste en determinar o medir los impactos reales que un proyecto ha causado en el entorno tras completar su fase de construcción. En ocasiones este estudio puede ampliarse a las primeras etapas de explotación de un proyecto. Se trata de una especie de auditoría ambiental temprana, que sirve como medida de la calidad de los consultores y de la administración ambiental que realizaron y dieron por buena la evaluación exante. Se comparan sus resultados con las previsiones de los informes realizados durante la planificación del proyecto, para comprobar si se ha materializado lo previsto. No es habitual realizarlo con este propósito, pero a nadie le gusta que le saquen los colores. Por ejemplo, me viene a la memoria el caso de una conocida plataforma para almacenamiento de gas en la costa española. Tras la finalización de un importante proyecto se pusieron de manifiesto una serie de implicaciones ambientales que no habían sido tenidas en cuenta en la fase de EIA. Sin duda la firma de ingeniería tuvo una enorme responsabilidad, pero también la consultora ambiental que realizó los estudios y, otro tanto, la autoridad ambiental que los aprobó. La broma le ha costado al sistema gasista, es decir, al conjunto de los consumidores de gas, unos 1.3oo M€. Tanto los daños como los costes se podrían haber evitado con una evaluación en el momento adecuado.

Hay factores y situaciones cambiantes que no podemos controlar en un proyecto con grandes efectos ambientales. Por eso es vital medir cuantas más veces mejor. A mayor información, menos riesgo

Salvo errores crasos, muchos de los impactos considerados “potenciales” en una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) nunca llegarán a ocurrir y, otros, que ni siquiera se imaginaron, ocurrirán. Nosotros hemos sido testigos de la variación del régimen hídrico superficial o subterráneo por una conducción enterrada, de movimientos sísmicos impensables por un almacén subterráneo, del abandono (y pérdida del valor patrimonial) de un área residencial con 100.000 habitantes por una mejora de una carretera o de las emisiones incontroladas de monóxido de carbono por un embalse hidroeléctrico. Ninguna de ellas estaba contemplada en el estudio de impacto ambiental.

 

La dificultad de estandarizar las evaluaciones

De todas estas consecuencias se derivan, fundamentalmente, lecciones que aprender. No es posible llevar a cabo una EIA correcta si no se parte de la “lista de control” (checklist) más actualizada. No existe en ningún sitio una base de datos correctamente gestionada de checklists. De los pocos y vanos intentos, se puede citar a la UNECE (The United Nations Economic Commission for Europe), que ofrece un repositorio de confianza; pero de cada lista no se sabe nada: ni autores, ni fecha de compilación, ni revisiones, etc. con lo cual, no es demasiado útil. ¿Sería un buen momento para proponer una buena base de datos global de checklists? desde aquí lo recomendamos con urgencia.

La evaluación expost también se dirige a la identificación de pasivos ambientales, por lo que se parece también a un due-dilligence ambiental. Entre los ejemplos de impactos que nos podemos encontrar podríamos citar:

  1. aparición de pasivos que puedan suponer reclamaciones de propietarios o comunidades afectadas,
  2. pérdida de la calidad ambiental de una zona o
  3. impactos inducidos en otras áreas, alejadas del emplazamiento del proyecto.

Los impactos aparecen inmediatamente al finalizar la construcción o en un plazo de tiempo indeterminado. Nosotros lo llamamos ingeniería ambiental forense.

En una ocasión, en un trabajo para una mina en la que debían usarse explosivos de gran carga a 500 m de profundidad, un ingeniero de minas, con 50 años de trabajo en minas a sus espaldas, nos previno: “no quedará una sola lápida sin romper en el cementerio del pueblo”. Tuvimos que introducir como medida correctora la instalación de tacos de goma bajo las lápidas.

A veces, los proyectos son anteriores a las leyes de evaluación ambiental. En estos casos, nuestra recomendación para hacer ingeniería forense es acudir a fotografías aéreas o satelitales antiguas, las encuestas con agentes locales y la modelización con datos históricos.


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